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03-10-2017


Sin dudas, el paso del multicampeón Sada Cruzeiro por Argentina y los dos cuadrangulares internacionales que se disputaron en Morón y San Carlos de Bolívar dejaron muchas anécdotas para contar. Para Ciudad, que además se dio el gusto de vencer al campeón del mundo como local, hubo una muy particular que tuvo que ver con su líbero y uno de los hijos de la casa, Damián Zalcman, y el histórico central y figura internacional Robertlandy Simón, quienes volvieron a encontrarse después de siete años y con un sueño cumplido en el medio.

La historia comenzó en 2010 y a través de la Selección Argentina. Por aquella época, Damián tenía 12 años y recién comenzaba sus pasos por el vóley, un deporte que venía de familia con papá Roberto a la cabeza. Él, que el año previo había jugado en la tira B de Ciudad, daba su salto a la tira A y extasiado viajaba con la familia a Córdoba, donde ese año se jugaban las finales de la Liga Mundial, la máxima competencia anual de selecciones. Así lo recuerda el líbero: "Era la primera vez que veía jugar a las mejores selecciones del mundo; estaba contentísimo. Si bien no tenía mucha idea de quiénes eran las estrellas de cada Selección, mi papá me había contado que él era una de las figuras del equipo cubano que tanto daba qué hablar".

Él era nada menos que Robertlandy Simón, central y capitán de aquella Selección caribeña plagada de estrellas como Wilfredo León, Yoandy Leal -actualmente también en Sada Cruzeiro-, Osmany Camejo o Raydel Hierrezuelo, que llevarían a Cuba al cuarto puesto en aquella edición del torneo mundial. Para sorpresa de Damián, en aquella oportunidad el destino lo encontraría por primera vez con Simón: "Nos hospedamos en el mismo hotel que ellos, así que cuando tuve la oportunidad de hacerlo, le pedí una foto". Esa imagen quedaría en el recuerdo familiar, pero las vueltas de la vida y el vóley harían que saliera a la luz nuevamente varios años después.

En otro contexto y varias primaveras más tarde, este arranque de temporada puso a Ciudad frente a un desafío inédito, con la posibilidad de medirse por primera vez en un certamen internacional que tendría a Sada Cruzeiro, SESC RJ y Bolívar como participantes. Esa puerta, además, dispararía un recuerdo todavía intacto en la mente del líbero de Muni. "Cuando me enteré de que íbamos a medirnos contra el Sada se me cruzó por la cabeza pedirle otra foto, solo para tenerla de recuerdo", contó.

Sin embargo, el destino todavía daría una vuelta más. "En ese entonces no sabía que iba a jugar de titular, pero lamentablemente la lesión de Nacho (Fernández) me abrió la posibilidad de enfrentarlo cara a cara", relató todavía emocionado. Es que el camino fue largo: siete años, muchos partidos y competencia con Ciudad y, sobre todo, la chance de dar el salto al equipo de Liga, un sueño en la mente de cualquier chico que desanda el camino de inferiores. Y los sueños están hechos para cumplirse; así fue que Damián enfrentó a ese mismo ídolo al que le había pedido con timidez una foto muchos años atrás, esta vez como un par en el encuentro en que ambos equipos se midieron en Bolívar. "Me costó hasta que terminó el partido procesar el hecho de que había jugado contra él", enfatiza.

La anécdota no terminó ahí. "Cuando terminó el partido, me le acerqué con la foto vieja para ver si se acordaba de aquel torneo. La vio, se rió y me dio un abrazo, y creo que también me felicitó, pero no estoy seguro porque no me fue fácil entenderlo con su acento cubano", agregó Damián entre risas. La historia se completó con una segunda foto para completar la secuencia. Ahora ya no de un nene con la ropa de su club, sino de un joven defendiendo la camiseta del primer equipo con la que inició este recorrido por un deporte que nunca deja de dar sorpresas.

El desenlace de la historia encontró a Damián dispuesto a regalarle una camiseta de Ciudad en muestra de gratitud y como recuerdo de ese fortuito encuentro, el día en que ambos equipos volvieron a verse en Morón. La respuesta fue todavía más sorprendente: "Cuando salí del vestuario, después de haber ganado nuestro partido contra ellos, se acercó y me regaló la remera que había usado ese día" cuenta y muestra con orgullo el símbolo de una relación muy diferente de aquella de 2010, hoy ya no de ídolo-estrella, sino de pares que se miden en una cancha y de anhelos que con mucho trabajo se vuelven realidad.

Respecto al juego, Damián contó: "Al principio me sentí bastante nervioso, porque nunca había enfrentado a jugadores de tal magnitud. Con el correr de los puntos me fui soltando y pude terminar jugando más tranquilo, también porque vi al equipo jugando a gran nivel". Ya totalmente en su rol de líbero, analizó: "La idea es seguir trabajando día a día para extender esos momentos de alto nivel por la mayor cantidad de tiempo posible. El triunfo contra el Sada fue algo único, que nos llenó de alegría y nos sirve como motivación para seguir exigiéndonos".

Lejos de aquel niño en Córdoba, hoy Damián pone su cabeza completamente en los desafíos que vienen y luego del sueño cumplido anticipa: "Sacamos un balance positivo de estos dos torneos que jugamos, ya que sabemos que si logramos exponer el nivel que nos permitió ganarle al Sada y darle pelea al SESC, podemos llegar lejos en todas las competencias en las que participemos".